“Todos hemos naufragado alguna vez. La vida está llena de ilusiones y desilusiones. Y no hablo de caer al mar. Se trata de sueños, de momentos, enfermedades, desamores que, por una u otra razón, no salen como nos gustaría. Luchamos por invertir las situaciones y llegar primero a la orilla. Y después esperar un rescate. Un rescate que, sin duda, depende de nosotros. Saldrá mejor o peor, o quizá no llegue. Pero jamás debemos dejar de intentar volver algún día a casa.”
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La casa del libro (Imagen de Defreds) |
Conocí a Defreds
(Jose Ángel Gómez Iglesias) a través de las redes sociales cuando
todavía no había publicado su primer libro, Casi sin querer, más o menos por el año 2015.
En aquella época Twitter estaba en su máximo apogeo e Instagram
comenzaba a hacerse fuerte. Allí comenzó a escribir sobre su día a
día, escondido detrás de una @ y dejando su corazón a flote, hasta
que Frida Ediciones (ahora Mueve tu lengua) decidió apostar por él.
Defreds siempre dice
que no escribe poesía, pero de lo que no hay duda es de que sí que
lo hace con sentimientos, de forma sencilla pero directa; llegando al
corazón de la manera más sutil, como un disparo, recordándote aquel amor que
todos hemos vivido alguna vez. Como dice Diego Ojeda en su
primer prólogo, “en sus páginas no hay secretos”.
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Historias de un náufrago hipocondríaco |
Y lo
hace con una cotidianidad que sorprende.
Después de la publicación de Casi sin querer, llegaron Cuando
abras el paracaídas y 1775 calles. Ahora, hace un par de
días, se publicó el último libro de éste Vigués que no deja
indiferente a nadie, Historias de un naufrago hipocondríaco.
Lo bueno que tiene Defreds, es que a sus libros puedes volver siempre
que quieras, sin necesidad de comenzar por el primero ni de leerlos
entero; poco a poco, letra a letra, absorbiendo todas y cada una de
las emociones que nos deja al descubierto.
Una vez leí, a manos de Víctor Fernández, que “en lo
que radica la genialidad de Defreds, es en elevar lo cotidiano a
categoría poética porque, como él nos muestra, es en los gestos
más sencillos donde la belleza se muestra en su máximo esplendor”.
Con Historias de un naufrago hipocondríaco es imposible no verse reconocido en algunas de sus líneas. Me enganchó desde el primer instante en que leí una sola de sus frases, y a día de hoy sabe tocarme aquella tecla que nadie más sabe tocar, no sólo cuando habla de amor y desamor, sino también cuando lo hace sobre la esperanza, la soledad, la amistad… Una vez más Defreds me ha vuelto a sorprender, a enganchar y a emocionar. Ha conseguido, en 158 páginas, trasladarme a momentos de mi infancia y de mi adolescencia que creía olvidados.
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